jueves, 18 de septiembre de 2008


"Porque ellos me querían hacerme casar con el gobernador que era antes. Si, si, con Rozas" Cuenta Berta a quién sabe quien, quién sabe cuándo, y quién sabe dónde, con una mirada tímida y gesto de vergüenza.  "...pero yo le dije que noooooooo, porque ello lo único que querían de mi es mi plata" Denuncia repentínamente y cambia bruzcamente el semblante. 





Berta: Buen día
Vendedor: Buen día
B:Me mandó el presidente para que me compre un celular
V:Si, ¿qué celular quiere señora?
B: Emmmmmm (sonríe) ¡El más caro que tenga! Porque a mi me mandó el presidente del Banco porque yo soy la presidenta de Argentina, y necesito un celular. (mientras se peina haciendo ademanes de elegancia).V:Bueno, tenemos el "V3". Es el más caro que tenemos, y sale novecientos pesos. (Berta deposita en el piso el bolso de mimbre que lleva y sobre el mostrador, una carpeta con hojas)B:Lo que pasa es que a mi me querían hacerme casar con Menem, pero yo no quería, porque ese es un chanta. Si yo ántes le llevaba un montón de ropa a unos chicos que viven por allá (levanta el índice y señala hacia afuera) donde yo vivo, cerca allá de la laguna y él agarró y se robó toda la ropa y la comida que yo le llevaba a los chicos. Y ellos están enfermos y todo piojeados están ellos. Pero yo le lavo con lavandina para limpiarle todas las enfermedades. (abre la carpeta y enseña al vendedor unos escritos que parecen ser apuntes de alguna materia de abogacía) Acá dice bien todo los trámites que me están por dar la casa para que yo viva con los chicos y los cuide. (El vendedor presta atención, y sorprendentemente, con letra cursiva completamente prolija, se leen cuestiones como las que explica Berta, en un marco legal, que de no saber de dónde vienen, a lo mejor, pasan por tales)(El vendedor no aguanta la risa, Berta no soporta que la tomen por loca y súbitamente, hablando por lo bajo, agarra sus cosas y se va despacito, cierra la puerta y sigue su camino)



Yo estaba parado en la puerta de la agencia de quiniela de una amiga, y desde la esquina se escucha un llanto que se acerca. Presto atención y es ella, que se acerca cada vez mas hasta donde estoy yo. ¡guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! (llora y exagera Berta, aunque derrama lágrimas)-¿Qué te pasa Berta?¡mmmmmmmmmmbuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Me quieren mataaaaar! ¡mmmmguaaaaaaaaaaaaaaa!(Aunque sea gracioso, es inevitable compadecerse y que una profunda angustia me invada)-¡¿pero quién te quiere matar Berta?!
 (Berta jamás me mira a los ojos) (no deja de tener espasmos mientras llora) -¡allá el médico me quiere matar porque tengo un monstruo en el estómago! -¡¿cómo que un monstruo, Berta?! intento acompañarla hasta el final del relato sin tentarme, entendiéndola. -Yo estaba comiendo y vomité un monstruo. Porque Dios me mandó un poder que yo soy la elegida. Y me agarró la policía y me llevó con el doctor y ¡el doctor me quiere matar! -¿y como era el monstruo, Berta?-Era así como una víbora que yo tenía en la panza. -Pero a lo mejor estás enferma, Berta, y tenés que ir al médico...(Berta odia que la contradigan. Asi que empieza a putearme por lo bajo, y se va)


(Berta se acerca hacia donde estoy. Se para a unos metros, mirando hacia donde yo miro. Y empieza a hablar)-Yo me limpio la cara, así, todo, con lavandina. (hace una pausa, y se acerca levemente hacia donde estoy. Nunca me mira a los ojos)-¿qué?-Agarro un algodoncito y me limpio bieeeen, así toda la cara. Por eso tengo así linda mi piel. -¡No Berta, pero te vas a lastimar!, ¿mezclás la lavandina con un poco de agua?(Se acerca Majo, mi amiga, a escucharla)-No, así nomás te tenés que poner. Si ahora los doctores limpian todo con alcohol, pero así no se limpia bien. Yo ya les dije que tienen que limpiar con lavandina para matar todos los bichos. -¡aaaah!(Berta empieza a hablar con términos médicos y nos cuenta algunas cuestiones de cirujías. Me encantaría acordarme de las palabras precisas. Nos deja con la boca abierta. A pesar de no saber nada de medicina, se nota que Berta está diciendo cosas reales)

1 comentario:

Gustavo dijo...

Jajaja, ¡pobre Berta! La verdad que siempre le veo por las calles de la ciudad, pero nunca tuve una de esas charlas tan interesantes con ella.
¿No te pusiste a pensar que la gente podría darse cuenta de que nosotros estamos más locos que Berta?